Cada 23 de septiembre comienza el otoño en el hemisferio norte. El nombre de esta estación proviene del dios Egipcio Itemu, Atum en griego y simboliza el sol que se oculta en la tierra.

Es una periodo, que sorprende al visitante que llega a Asturias, pero he de reconocer que a mí también.

El pisar las hojas secas de los árboles caducos, es una sensación que se ha de experimentar. La gama de colores en los espacios naturales, especialmente en las masas boscosas es todo un espectáculo cromático, destacando los ocres. El ver como los castaños se llenan de erizos, me abre el apetito. ¡No hay manjar como comer castañas asadas! Y es que este árbol tuvo una gran transcendencia en la alimentación hasta tiempos relativamente recientes, aportando hidratos a la dieta diaria.Castaño Asturias

Hoy en día se conserva la tradición de celebrar el amagüestu, masgüestu, magosto o amagosto. Los elementos principales: las castañas y el fuego, que acompañados de sidra dulce, y buena compañía se convierten en una celebración especial. Una vez estén las brasas hechas, se añaden las castañas, en un cilindro metálico llamado tambor (previamente se les realiza un pequeño corte, para evitar que salten o exploten) . Una vez asadas, se pelan y comen. A cada persona que por primera vez experimenta esta vivencia, le resulta mágica, diferente e inolvidable. A mí también me sucede.

El consumo de las castañas asadas o amagostadas / magostadas, parece que tuvo ciertas connotaciones rituales en relación con los difuntos. En la tradición asturiana existía la costumbre de dejar unas cuantas castañas que se ofrendaban diciendo ” Estes, pa que les coman los difuntos”.

El otoño símbolo de madurez en la literatura.