Cuando el visitante pone un pie en Cudillero, todo son palabras de elogio para esta localidad costera localizada en el occidente asturiano.

Sus casas, enclavadas sobre su abrupta orografía, hacen de esta villa una singular forma de anfiteatro que no pasa inadvertida.

Los pixuetos gentilicio de los habitantes de esta localidad, que también es capital de concejo de su mismo nombre, es utilizado para diferenciarlos del resto de la zona. Se piensa que su origen puede deberse al término pix: pez, uetus: actividad, debido a la tradición pesquera de esta zona.

Quisiera detenerme en todo un símbolo gastronómico de Cudillero o Cuideiru, ” el Curadillo”. Un producto que se elabora con especies como la touca, el glayo o la gata, que provienen de la familia de los escualos (a la que pertenecen, por ejemplo, el tiburón y el cazón). Una vez llega a la rula o lonja, se deja secar al sol y al viento, evitando la lluvia y la niebla, durante al menos unos cuatro meses.

Si prestamos atención podemos verlos colgados en el puerto pesquero o en las balconadas de sus casas pintorescas.

Curadillo, Cudillero

 

Antaño este producto servía como supervivencia durante las épocas de temporal en la mar. Pasó de ser un producto de familias pudientes, – se cuenta que quién tuviese mucho curadillo, no tendría problemas para encontrar mujer- a ser considerado comida de pobres. Gracias a la labor de la Cofradía del Curadillo, este producto se ha dignificado y dado a conocer durante los últimos años, pudiendo ser degustado en diferentes variantes en los restaurantes de la villa.

Y es que del Curadillo se aprovechaba todo; su piel sirvió para lijar los barcos y el aceite del hígado, conocido como aceite de saín, se utilizaba para alumbrar y para freír otros pescados.

¿ A qué esperas para degustarlo?